ANTES DEL 25-N, cuando se discutía sobre la mayoría absoluta de CiU, comenté aquí que una mayoría no aplastante era mejor para Mas que la aplastante que auguraban algunos mentideros demoscópicos. Después de las elecciones, cuando muchos dijeron que Mas había fracasado, yo me ratifiqué en el análisis anterior. Y es que, más allá de la mortificación personal del presidente de la Generalidad, para el plan político de Convergencia un resultado que le permitía completar la mayoría absoluta con el segundo partido en escaños y que ese partido fuera ERC, era cómodo, práctico y eficacísimo. Anunciado anteanoche su acuerdo de Gobierno, que en lo sustancial se reduce a fijar para 2014 el alarde oficial y alguna consulta separatista, sucedáneo ilegal de referéndum, las cosas han ido como por pura lógica tenían que ir. Y a partir de ahora, o mucho me equivoco o la máquina de agitación de masas puesta en marcha por Mas el pasado 11S no dejará de sumar adeptos a la causa del referéndum, es decir, de la legitimidad de la independencia, dentro e incluso fuera de Cataluña.
Suscrito el punto de no retorno con ERC, que es la fecha límite del referéndum (para evitarlo bastaba que los 17 diputados de Unió hubieran amenazado con dejar sin mayoría absoluta a Mas y ERC), el paso siguiente es el de ampliar la base política en favor de la consulta dentro de las fuerzas parlamentarias catalanas. Eso no será problema con ICV y CUP, que están a favor, pero obliga a una maniobra envolvente que convierta al PSC en un aliado más. ¿Cómo? Presentando el referéndum como la simple aplicación técnica de lo que los socialistas llaman, para mortal escalofrío del PSOE, «derecho a decidir». Chacón puede decir misa y Pere Navarro cantar la jota de Calanda, pero el derecho a decidir sólo puede significar una cosa: el derecho a decidir la independencia de España por parte de Cataluña. Y creo que el PSC se sumará al bloque CiU-ERC-ICV-CUP, dejando solos al PP y Ciudadanos. También creo que Izquierda Unida -por las mismas razones del PSC- acabará apoyando el «derecho a decidir» y el referéndum. Y, finalmente, el PSOE se sumará en parte o no se opondrá del todo, rompiendo cualquier resistencia institucional española. Porque, diga lo que diga, ¿alguien cree que Rajoy resistirá? Yo, no.
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